Texto__ Marc Chagall

Sobrevolando la ciudad, 1917
Marc Chagall (1887-1985)
Óleo sobre lienzo 141 x 198 cm
The State Tretyakok Gallery, Moscú

Desde su posición artística Chagall trató de participar de la revolución social que vivió Rusia a comienzos del siglo XX; con gran pasión se puso de parte del pueblo, desde sus costumbres y folclore (que nunca dejó de pintar) hasta las experiencias religiosas judías y la cotidianidad del amor.

  Su viaje a París le acercó a los colores de los fauves aunque ya venía predispuesto por su gran admiración a Van Gogh. Conoció el cubismo, del que desechó su parte lógica y analítica para tener la libertad de bucear en el inconsciente de la psique, optó por mantenerse en el límite de la irracionalidad y la experiencia sensorial. Ahondar en los recuerdos de la vida en su aldea y mezclarlos con todo aquello que le sugería su imaginación.

   Parece que es el amor (tema recurrente de Chagall) el protagonista de este lienzo. Como un sueño, donde las emociones no se explican, así se nos muestra esta obra. Pero no es tan simple ni infantil como aparenta, los amantes que se abrazan cariñosamente tienen expresiones ambiguas, distan mucho de ser felices; sobrevuelan la ciudad donde quizás no pueden amarse libremente o puede que sienten la nostalgia de otra forma de vida del pasado, y que el brazo extendido de la mujer trata de alcanzar. Tal vez el vuelo es la necesidad de huir y mientras él mira hacia atrás observando el pueblo que abandona, ella dirige su mano y su mirada hacia adelante. Aunque Chagall deja volar su imaginación y crea imágenes fantásticas que pertenecen al mundo irreal siempre las relaciona con un escenario concreto, físico y reconocible; Chagall juega e inventa pero siempre circula en la frontera de la alucinación y la realidad.

    Aunque influido por las vanguardias parisinas mantuvo su personalidad independiente; también los revolucionarios intelectuales rusos le reprocharon estar cerca de las fábulas tradicionales en lugar de la vanguardia propagandística; no fueron conscientes que el arte de Chagall iba dirigido al pueblo llano y no a la élite instruida. Su obra contiene una simbología que se entiende sin necesidad de palabras ni de razonamientos, no se necesitan conocimientos; él siempre parte de lo que nos conforma como seres sociales y está impreso en nuestro inconsciente.

    Su gran contribución al arte, cuyo testigo asumirán y magnificarán los surrealistas, es haber descubierto la imaginación como origen del lenguaje pictórico demostrando, como dice Argán, que no sólo la lógica tiene capacidad constructiva.