Texto__AUTORRETRATO CON MANO EN LA MEJILLA. Egon Schiele

Egon Schiele, (1890-1918)
Autorretrato con mano en la mejilla, 1910
Pintura a la aguada, acuarela y carboncillo, 44,3 x 30,5 cm
Graphische Sammlung Albertina, Viena

La elección de un autorretrato de Schiele no es casual, ya que en su corta vida fue el tema que más dibujó y pintó. A diferencia de los artistas que cultivaron este género desde el Renacimiento, Schiele no utiliza el espejo para deleitarse como Narciso ante su reflejo y mucho menos idealizarlo; por el contrario trata de buscar en el interior de su alma para encontrar la imagen con la que sentirse identificado. Está en sintonía con la corriente de pensamiento de su época que anima a la introspección y al conocimiento de uno mismo profundizando en los estados de ánimo.

   Su personalidad compleja le lleva a experimentar dentro de la pintura y del dibujo, que domina magistralmente, llegando a superar a su gran admirado Klimt. A diferencia de la línea suave y fluida de éste, Schiele defiende la expresividad del dibujo con un trazo frágil y forzado, que avanza oscilante y quebradizo, se interrumpe para continuar siempre seguro. La pincelada y el color le confiere el movimiento que hace referencia a su cabeza bullendo de vida en gestación, como él mismo dice (título de una de sus obras: “Reprimir a un artista es un delito, significa asesinar vida en gestación”).

   Las deformación voluntaria del rostro, el alargamiento exagerado de las manos, el apasionamiento en la representación de una angustia que le revuelve su sistema más sensible, el aislamiento de la figura del entorno, el ligero desplazamiento a la derecha, así como el contraste entre la oscuridad del hombre y el fondo luminoso nos muestra una imagen de profundo desasosiego, ya que inquieta y produce compasión a un tiempo, confiamos y desconfiamos a la vez, quizá simplemente porque está siendo sincero al mostrar sus debilidades. El artista se ha desprendido de la coraza de lo convencional, se ha liberado del control de la forma para liberar al superhombre que Nietzsche anunciaba. Pero este nuevo hombre no es un héroe, mas bien al contrario, la fractura del exoesqueleto firme que lo contenía y del que ahora queda liberado, también pone en evidencia su vulnerabilidad: el conjunto de contradicciones y sentimientos enfrentados, sus sufrimientos y obsesiones,

    Este ser compuesto por tantos fragmentos disgregados, ha de encontrar el camino de unirse para no caer en la histeria y para Schieler la pintura es mejor que la terapia de los psiquiatras de su época; establece un diálogo entre el yo cuerdo y el yo enajenado para llegar a construir el yo real.

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