Comisariado + Producción de arte__ MUJER ADORNADA. Manuel Granados. Pilar Martí Gallery

Mujer con turbante y vacío

Al mirar esta fotografía encuentro que todo son sensaciones ambivalentes. Por un lado, me retrotrae a los magníficos retratos clásicos del siglo XVI o XVII, sobrios y profundos; por otro, el recorte digital burdo, mal hecho a propósito, me devuelve al siglo XXI. La mujer está desnuda y sin embargo va ataviada con un impresionante y aparatoso tocado. Elegancia sin representación social. Prestancia y miedo. Drama y sátira.

Encontramos una mujer fotografiada en el instante posterior a descubrirse el rostro. El inmenso turbante rojo podría ser el peso de su cultura o quizá un símbolo de singularidad o tal vez el deseo de búsqueda de una identidad propia. Si embargo, lo que Manuel pretende al cubrirle la cabeza y el rostro con un pesado e inllevable adorno es reivindicar la máscara necesaria, es decir, aquella que nos defiende de un sistema social y económico que traiciona e infravalora al individuo; esas políticas que obligan a competir para sobrevivir y marca los caminos que se han de transitar, sin atender las particularidades ni los requerimientos básicos de las personas.

Esta mujer acaba de quitarse la careta, se muestra ajena a todo lo que hay al otro lado de su vivencia oculta; se descubre su mentira de subsistencia y se nos desvela desposeída, desnuda, sólo arropada por desconfianza, resentimiento y miedo.

Un drama vivido, pero ¿hasta qué punto real? la basta incisión representa una especie de larga nariz, absurda y ridícula, símbolo mentiroso de nuestro acervo cultural. Manuel no deja pasar la oportunidad de parodiar el drama, se trata de una forma de ridiculizar la falsa tragedia, de evidenciar que, quizá, nunca antes se han tenido tantas oportunidades de expresarse, de ser quien se es, de formarse, defender derechos, ni de vivir en uno de los períodos de mayor democracia.

Manuel Granados además de trabajar con el concepto de máscara necesaria utiliza la idea del vacío en los retratos. Nos habla del miedo y la angustia ante la muerte, del ser y el desaparecer, la dicotomía entre vivir y morir, pero también entiende la nada como un proceso liberador. Al vaciarse el individuo puede optar por nuevas ideas, tiene la oportunidad de cambiar y regenerarse. Y ésta es su propuesta: despojarse de los prejuicios que atan. A través de la crudeza y el desgarro de sus imágenes anima a utilizar herramientas como la tolerancia y la comprensión hacia uno mismo y el otro, de forma que podamos entender mejor los egos y las mentiras.

No se ha llegado al final del camino. La realidad es muy compleja y Manuel Granados se obliga a rodear esa maraña y contarla desde todos los ángulos posibles, para tratar de descubrir todas las caras del innumerable poliedro de la existencia, también las menos iluminadas y ocultas.

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