Texto__ SALMOS. Rosa Galindo. Los Ángeles Art Show. Pigment Gallery

El salmo, por su cualidad de cántico espiritual, deja constancia de la piedad popular al mismo tiempo que se construye como oración cargada de buenos deseos.

Gracias al altavoz de su pintura emocional, Rosa Galindo se permite elevar una petición a quien quiera escuchar, posicionándose del lado de los más débiles: Unicef denuncia que más de 300.000 niños y niñas son explotados y utilizados en conflictos armados. Se les arrebata la inocencia y en muchos casos son obligados a ejercer la violencia; víctimas y verdugos, convertidos en fantasmas que nuestra sociedad prefiere esconder.

Ante la incapacidad de mirar, Rosa plantea la doble lectura de este Salmo y nos enfrenta a la ambigüedad de lo visible: las fotografías de los niños soldados se dejan entrever, a duras penas, entre la pintura rebelde. Aquí, se nos presenta un auténtico campo de batalla, la abstracción de una realidad vergonzosa, tanto más eficaz por las imágenes semiocultas que dejan más espacio para imaginar la brutalidad.

Sin embargo, la verdadera razón que le lleva a no hacer evidente el terrible dolor de las víctimas es su instinto de madre salvaje: la necesidad de cobijar y proteger bajo la rabia de sus pinceladas las caras de las criaturas indefensas.

Esta es una barbarie que hay que nombrar, incluso gritar, y Rosa utiliza la mejor arma que posee: su pintura. Destina sus lienzos a transfigurar la impotencia y la denuncia en súplica y llanto profundo. Ver y no ver la realidad de los sucesos potencia las posibilidades de imaginar, siendo ésta el preámbulo de la acción.

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