Crítica de arte__ EL PESO DE UN GESTO.

La mirada de Julião Sarmento a las colecciones Gulbenkian, MACBA y «La Caixa»
Exposición Caixaforum de Barcelona

Sería interesante explicar muy brevemente lo que significa gesto en el mundo del arte. Nadie duda que la obra pictórica se compone de una parte física, de una materialidad obvia. La manera de aplicar el color o trazar las líneas del dibujo dará un resultado que será uno de los sellos de identidad del artista, una visualidad que podemos captar por el ojo; al proceso de pintar se le ha concedido enorme importancia siempre, pero fue en el contexto Norteamericano de después de la Segunda Guerra Mundial cuando la forma llegó a culminar en un movimiento artístico: el Expresionismo abstracto; donde el artista solo buscaba, en un principio, experimentar y representar las posibilidades de la pintura a través de los colores, la materia, las texturas, las líneas, signos, incisiones,… pintura y solo pintura, gestos físicos en definitiva.

Sin embargo, si atendemos al significado de gesto en el diccionario: movimiento del rostro, de las manos o de otras partes del cuerpo, con que se expresan afectos o se transmiten mensajes; la forma, parece que no puede independizarse de los significados, lo visual siempre va a ser susceptible de ser interpretado. Esta verdad que conoce Sarmento, esta realidad que tanto pesa, a la que tanta importancia le otorgamos, la utiliza en toda su magnitud. Al elegir las obras de la exposición, actúa más como artista que como comisario. La distribución de las piezas en la sala así como la interacción entre ellas, presenta al espectador una obra única, una especie de sinfonía disonante y a la vez perfectamente coherente. El juego de relaciones sugiere nuevos significados que no siempre pueden ser explicados con palabras, asociaciones que tratan de traspasar el cuerpo de la pieza que vemos, la contundente materialidad, como la obra de Whiteread,

y la interpretación racional literal cuando se conectan, por ejemplo, las fotografías de Brassaï de muros con incisiones como caras heridas, con la bola de metal negro de Rui Chafes, que parece flotar junto a ellos; Sarmento invita a un paseo libre de la cronología,

de los prejuicios, de los gustos particulares incluso del propio arte, porque desde el inicio trata de quitarle el peso al arte, desde la sala que recibe al visitante, propone el vacío, la ligereza del espacio donde solo una pequeña escultura de Juan Muñoz sentada en un muro blanco nos

mira frontalmente desde la distancia, riéndose, gesto que distiende o inquieta, según se interprete: ¿quiere que disfrutemos con lo que vamos a ver? O por el contrario ¿Es una sonrisa irónica? ¿Una tomadura de pelo?  

Paseando por las salas descubro que estoy recorriendo la propia vida; momentos felices, llenos de claridad y confianza, periodos de enorme confusión donde la existencia hay que echársela al hombro con gran esfuerzo; hay ratos para divertirse y otros para llorar; a lo largo del recorrido vital hay sensaciones de vacío e incomprensión mezcladas con grandes y pequeños aprendizajes, momentos inconexos y combinados aparentemente al azar, oportunidades para contemplar desinteresadamente y coyunturas donde hay que comprometerse y actuar; todos imprescindibles para acabar, o mejor dicho, continuar como el video arte de João Onofre en esa rueda enigmática y mágica que es la vida y la muerte, los límites entre ellas han desaparecido, como el

Sin título (Nunca Acaba) 2010-11

propio autor dice en el título nunca acaba, no hay rupturas, es la trascendencia explicada de una forma hermosa y sencilla: comprendiendo que en el recorrido no hay principio ni final y las experiencias materiales y espirituales son parte del camino, de ese algo trascendente al que Julião Sarmento quiere llegar sin enseñanzas dogmáticas, a través de sugerencias y referentes múltiples con los que disfrutamos a la vez que nos obliga a parar, reflexionar y enfrentarnos a otras realidades posibles.

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