
decía: “La Tierra es un pastel lleno de dulzura;
yo puedo (¡y tu placer será entonces sin límite!)
despertarte un apetito de igual tamaño.”
Y la otra: “¡Ven! ¡oh, ven viajero en los sueños,
más allá de lo posible, más allá de lo conocido!”
Poema La voz. Las flores del mal.
Charles Baudelaire

en UNDERGROUND, Barcelona
Los artistas, en general, han tenido que habituarse a sus propias tensiones; un conflicto de difícil resolución entre su posición personal y la de creador; por un lado la vida familiar y social donde resguardarse y sentir la aceptación; por otro la fuerza que les arrolla y les induce a romper los límites del pensamiento y el arte; una dualidad que Baudelaire sufría y expresaba en sus poemas.
Las flores del mal surgen al poner en relación las pinturas de Rosa Galindo y los vídeo arte de Manuel Granados; la convergencia de ambos ha originado una instalación en la que hay que sumergirse, un espacio envolvente como un suceso más de la vida. Los ecos que se producen nos retrotraen a la Caverna de Platón, a ese lugar subterráneo y oscuro donde se vive relativamente seguro. Pero es sólo en apariencia, la realidad es que se atisban sombras o destellos de otro mundo. Según Platón, sólo el filósofo se atreve a salir de la zona de confort y observar lo que hay al otro lado de la entrada de la cueva, pero la información es confusa y contradictoria, generando conflictos en la comunidad.

Hoy día no podríamos decir que vivimos en la ignorancia. Estamos inmersos en la era de la información y las nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación. Y sin embargo, no dejamos de sentir que la realidad sigue estando velada a nuestros ojos e incomprensible a nuestro intelecto. Esta instalación pretende ser una llamada de atención sobre la tensión que se crea en la caverna, por ser, al mismo tiempo, refugio frente a lo desconocido y cárcel de la ignorancia que atrapa. Pero al salir de esa especie de útero materno y comunicarnos con el exterior obtenemos una cantidad desbordante de información que contiene una nueva tensión angustiante al no saber gestionarla. Como seres sociables necesitamos la conexión y el flujo de conocimiento, pero existe la urgencia de prepararse para obtener herramientas válidas que contribuyan a filtrar y defendernos de la avalancha desproporcionada de mensajes.
Tanto las obras pictóricas de Rosa como los vídeo arte de Manuel, tomados por separado, son piezas acabadas con una realización formal y conceptual que, al ser observadas con una mirada lenta y profunda, transmiten sus conceptos e ideas de manera efectiva. Son representaciones ordenadas, emocionales y conscientes. Sin embargo, al disponerlas de manera anárquica y proyectarlas todas al unísono en una sala de paredes color gris petróleo, se crea un caos en medio de la oscuridad de la caverna; el espectador dentro de la instalación apenas es capaz de vislumbrar retazos incongruentes que dejan ver parcialmente las piezas, en medio de un jaleo sonoro donde poco se distingue. Ahí dentro se percibe el conflicto y el desacuerdo. Nos enfrentamos directamente con la colisión que producen el caos por la excesiva información, la oscuridad de la ignorancia y los destellos que podemos vislumbrar de conocimiento válido.

Las obras están cargadas de ingredientes que podrían ampliar nuestro conocimiento emocional y mental. Pero la acumulación sin filtro llega, incluso, a alienar nuestra capacidad perceptiva, los sentidos se saturan y, como dice la historiadora del arte Susan Buck Morss, nos anestesia de la realidad que vivimos, es decir, se pierden las aptitudes para conocer, aprender o empatizar, nos convierte en seres acríticos sin alternativas de respuesta. No es aconsejable, entonces, una mirada lenta ni minuciosa que requerirían las obras individualmente, sino una mirada distraída, aquella que reclamaba Benjamin al pasear por los Bulevares del París de los opulentos años 20, para poder ser consciente de las trampas del capitalismo, que trataban de seducir e incitar al consumo. Al mirar desde cierta distancia uno percibe mejor la fantasmagoría, la realidad paralela. Pero ese no es el momento actual; para nosotros ya es tarde, nos hallamos inmersos en un corpus virtual sin aviso previo, no hemos sido preparados, ni existen pautas de comportamiento válido.
