
Frente a la llamada Nueva objetividad que se desarrolló en La República de Weimar en la década de los años 20 (nacida como respuesta al Expresionismo subjetivo imperante en la pintura, el cine y la fotografía), se opuso la Nueva Visión cuyos principios fueron desarrollados por el fotógrafo Moholy-Nagy.La Nueva Objetividad, ideología estética representada por Albert Renger-Patzsch, pretendía captar la realidad sin la interpretación del artista, es decir, dejar la cámara fija frente el objeto, sujeto o hecho a fotografiar y documentarlo encuadrándolo en el centro, sin ningún recurso estilístico que alterara la percepción neutral del espectador.

Sin embargo, en el efervescente caldo de cultivo de las Vanguardias, la Nueva Visión proponía traspasar los márgenes de lo convenido para desafiar al espectador enfrentándolo a imágenes desconocidas. La ligereza de los equipos y la rapidez que proporcionaban los objetivos más luminosos y las películas más sensibles fueron aprovechados por estos fotógrafos, jóvenes y espontáneos, para tirarse al suelo, subirse a un tejado o volar en globo.


De esta manera encontraron nuevas perspectivas que dieron imágenes que remitían a las vanguardias Constructivistas (Suprematistas y De Stijl) cuyas geometrías abstraían de la realidad orgánica: el mundo se hacía extraño al espectador.
Es necesario contextualizar lo que debió suponer contemplar el mundo desde el cielo o a ras del suelo o girar la línea del horizonte para ponerla en diagonal; podemos hacernos una idea si lo comparamos con lo que se sintió, en décadas más recientes, al ver La Tierra fotografiada desde el espacio o contemplar las calles que transitamos con el google earth: sentirse una hormiga en una extensión que desde la distancia nos es ajena, desconocida, insólita, sorprendente, misteriosa,… pero sobre todo nos hace tomar conciencia de lo minúsculos que somos y lo aislados que estamos.

Un ser y estar que altera necesariamente todo el sistema de pensamiento centralizador basado en la supremacía de la humanidad sobre el resto de la naturaleza y apela a una revisión de la idea de trascendencia del individuo. Sólo el cambio en el ángulo de visión, que obliga al ojo a adecuarse a una nueva realidad, además de producir nuevas estéticas atrayentes por desconocidas, reproduce una verdad que estimula el activismo social y político.