

Hierro; altura 2,10 m
IVAM de Valencia
Esta obra muestra la madurez del artista que vivió desde 1910 en París, después de una gran experiencia como orfebre en el taller familiar de Barcelona. González aúna en su Mujer ante el espejo la experiencia cubista con la abstracción.
Animado por Picasso desarrolló un trabajó como escultor absolutamente novedoso ya que utilizó por primera vez el hierro, un material industrial, no noble, sustituyendo al bronce. En una época donde se rendía culto al progreso y la ciencia, la arquitectura había hecho uso de todas las técnicas constructivas que iban apareciendo; la escultura, más fiel a la forma de representación, técnicas y materiales clásicos, no es ajena a toda esta segunda revolución industrial. Julio González se presenta así a la cabeza de la investigación del trabajo con los metales desde un punto de vista constructivo, ya que a través de la soldadura autógena, ensambla las distintas piezas que forman la escultura.
El resultado es un collage espacial, en tres dimensiones, donde los distintos fragmentos de hierro que provienen de materiales de desecho, en su mayoría, se unen mediante juntas que no se disimulan, no son pulidas, de manera que articulan el conjunto dándole una naturalidad y calidez que contrasta con la frialdad del material.
La chatarra, a través de la mirada y la mano de Julio González, se ha transformado en obra de arte única y no en producto manufacturado y repetible; se trataría del paso previo al informalismo que va a utilizar la materia para representarse a sí misma, como una parte más de la naturaleza que rodea a la sociedad industrializada. Sin embargo, González no deja al hierro ser sólo hierro, lo ennoblece, lo pone en valor al sacar de él un nuevo lenguaje, una poética de la materia capaz de crear belleza y paz en lugar de herramientas o armas de guerra.
La racionalidad de la técnica no oculta la sensualidad de la mujer que se peina; el diálogo que se establece entre la pesadez del material y la ligereza de los perfiles, el contraste entre la rigidez del metal y el movimiento de la composición añadido a la combinación de abstracción y figuración hacen de sta pieza una escultura sublime y a Julio González uno d ellos escultores más importantes e influyentes del siglo XX, desde mi punto de vista.