
Imágenes Manuel Granados
Texto Susana Pardo
Valiente es el calificativo que podría definir la propuesta de Reyes para la exposición colectiva Cordón Umbilical. Es cierto que el riesgo o lo contingente es algo que le ha acompañado a lo largo de su trayectoria artística. Sus comienzos como ceramista le permitieron conocer y desarrollar su sensibilidad por la “piel” de las cosas, tanto las texturas como los colores y las formas, pero sobre todo las relaciones plásticas entre papeles, maderas, tejidos, objetos,… aunque muy pronto necesitó traspasarla y profundizar para tratar de encontrar aquello que la fundamenta y la sostiene.

Si los objetos pudieran articular palabras expresarían su satisfacción cuando se encuentran entre las manos de Juanma porque él los entiende, respeta su naturaleza y su identidad. Él necesita de la materia y ésta se incorpora a su relato gustosa, como si fuera consciente de haber sido rescatada del olvido y de la desaparición por aplastamiento en la chatarrería. Los objetos ceden sus derechos a Reyes quién les otorga una nueva significación. Al ponerlos en comunicación unos con otros mediante el ensamblaje son elevados a la categoría de arte y los capacita para narrar mensajes renovados, “lecturas abiertas que sirvan de palanca, de herramienta que lleve al espectador a entender algo, a ir a otro territorio”.
Al revisar su obra se descubre un enorme equilibrio entre la plasticidad captada por el ojo, esa superficie o piel tan cuidada por Reyes y que atrapa emocionalmente al espectador, y la parte mental que pretende poner en cuestión las estructuras más sólidas, aquellas que parecen inamovibles y que sin embargo se tambalean tan pronto se impugnan sus premisas, como se evidencia en su pieza Trofeo.

Sin embargo en Tiempo, obra que presenta en Pilar Martí Gallery por primera vez, el objeto es único, un reloj digital sencillo y austero, y su intervención mínima, sólo ha decidido el tamaño, ni muy grande para no dar protagonismo a la máquina ni muy pequeño para no exigir al espectador más atención que la necesaria; el color blanco de los números, símbolo de pureza y a la vez representante del vacío o de todas las opciones; y por último las horas, minutos y segundos van marcándose al revés como recordatorio de lo efímero de la vida física. En esta obra la apariencia queda absolutamente supeditada al concepto, ha quedado lo imprescindible para convertir un simple reloj en la calavera desnuda de San Jerónimo, tantas veces representada en el barroco, que sirve una y otra vez como vehículo de reflexión sobre la muerte. La cuenta atrás despojada de todo referente plástico, en un objeto neutro y reconocible por cualquiera sin ningún otro elemento ensamblado porque nada requería la pieza para expresar mejor la idea “sino que le quitaba profundidad, iba a despistar”.

Juanma es un artista que vive el proceso; valora el camino como ese lugar repleto de opciones, busca y rebusca entre los objetos, los materiales, los lugares y los pensamientos, camina hacia delante y da la vuelta para tomar otras alternativas contrarias o paralelas, no importa, él decide los giros y las salidas para seguir siempre deambulando. La pieza está entregada a su evolución, acompaña a Reyes en su trayecto creativo como metáfora de su propio recorrido vital. Y es en ese transitar que encuentra construcciones que él no tiene que realizar, es el caso de su video arte Garita. En esta pieza él ha dejado a un lado su faceta de arquitecto de sus esculturas e instalaciones para volver a desplegar todo un juego de referencias ensambladas, esta vez sólo de forma mental.

En Garita hay una convivencia de ideas evocadoras cuya sinergia le provee de sentido coherente. El audiovisual muestra a un hombre que entra a un puesto de vigilancia militar y deja entrever que se masturba. Por un lado ridiculiza el férreo control del poder, que vigila y reprime los comportamientos del individuo, ya que aquí la garita es utilizada para protegerse de las miradas; todo un engranaje desajustado, que cuestiona los sistemas de vigilancia por un lado y la moral judeo-cristiana que penaliza los placeres, por otro. ¿Se está sugiriendo que estamos ante un guardián/juez que es al mismo tiempo pecador/infractor? Además, se plantea una reflexión sobre los sofisticados medios de control cada vez más presentes en la esfera pública, me refiero a circuitos cerrados de videocámaras, escuchas y cámaras ocultas en móviles,… que nada tienen que ver con esta garita extemporánea, obsoleta e ineficaz. Juanma pone patas arriba el orden lógico al mostrarnos que el lugar del observador es utilizado para librarse de las miradas. El espacio desde donde se ejerce la represión es transgredido por el reprimido ¿pero existiría el reprimido si elimináramos la represión? ¿Existiría el débil que se deja llevar por sus pulsiones naturales si no estuviera tipificado el pecado?

Reyes ha adquirido el compromiso de no caer en la tentación de repetir las fórmulas aprendidas o descubiertas; él no engaña porque su talante le impide quedarse en lo reconocible. Ha levantado un universo en continuo movimiento donde sus artilugios o “casi seres” cobran vida dando lugar a un incesante diálogo plagado de cambios de esquemas que interpelan al espectador. Pero ese juego sin respuestas que no pretende concretar sino sugerir no está exento de un posicionamiento honesto, de defensa de lo humilde, lo olvidado, lo pequeño, a la vez que cuestiona los valores de la cultura competitiva e hiperconsumista. A Reyes le cuesta guardar secretos, pero es que su deseo es servir de herramienta que abra el mecanismo del cambio en el espectador y hablarnos sobre los misterios de la trascendencia o, al menos, de las segundas oportunidades.

Un comentario en “Texto__ CORDÓN UMBILICAL. Juanma Reyes. Exposición colectiva, Pilar Martí Gallery”