
Video instalación Manuel Granados
Texto Susana Pardo
Esta pieza se articula en diferentes estratos tanto en el ámbito de la producción como en el de la percepción. Hay un primer momento de realización del vídeo arte, en el que Manuel materializa el concepto peso y regalo para mostrarnos uno de los efectos que se sufre en el sistema hiperconsumista occidental. Vemos a una mujer desnuda con la cabeza envuelta de una gran cantidad de papel de regalo. Está absolutamente desprotegida, se siente débil y vulnerable, más aún porque sus sentidos están obstruidos por las “cosas” que le impiden tener una reflexión crítica. Es un sistema perverso cuyo fin último es el control y manipulación de las personas haciéndoles creer que desean aquello que no necesitan, incluso lo que les colapsa.
En segundo lugar, la obra acabada en sí misma es proyectada sobre el tejado y muros de una casa. El vídeo arte se convierte en una instalación que requiere la presencia del espectador del que se demanda una participación directa. Aquí, Granados, utiliza lo que él denomina el concepto para que no coja forma con el que se evidencia la transformación que sufre cualquier mensaje durante la comunicación; aunque el contenido sea una idea más o menos clara, emisor y receptor son personas distintas, con conocimientos, formación y experiencias distintas, por lo que en el proceso de intercambio, es inevitable la transformación del contenido. Al proyectar el audiovisual sobre una superficie irregular el mensaje no se deja ver tal cual es, sino que se deforma con los ángulos, aristas, recovecos,… de la misma forma que las ideas del emisor variarán al entrar en contacto con el receptor, que a su vez responde a su propia naturaleza (convicciones, pensamientos, sentimientos), interpretando, distorsionando y variando el mensaje, del mismo modo que la azotea donde se proyectan las imágenes se convierte en otro escenario distinto. Bajo todo ello subyace la idea de incomunicación, hay cierto distanciamiento en la incapacidad de transmitir y hacer entender las ideas del hablante, el escritor o el artista de forma precisa y rigurosa; sin embargo, existe también la necesidad crucial de mantener los canales de diálogo siempre abiertos para acercar el arte a la vida cotidiana.
Y por último llegamos al tercer estadio de la obra que consiste en la presentación de la instalación en el mundo virtual de las redes sociales e internet. No se trata de una reproducción del vídeo arte ni de un documento gráfico de la instalación que fue proyectada sobre una azotea y presenciada en directo, sino que supone una pieza distinta al ponerla en relación con elementos nuevos; en el blog aparece acompañada por definiciones de palabras que forman parte del título o de los conceptos de la obra, es decir, al vídeo arte proyectado se le suman las explicaciones asépticas que se le asignan en diccionarios y enciclopedias, de tal manera que la pieza sufre así una nueva metamorfosis. El resultado es algo nuevo que pertenece en exclusividad al cuerpo virtual; un vídeo arte/instalación/intervención que no puede ser objetivado ni percibido por ningún otro canal de comunicación más que a través del blog donde se ubica. Pero lo más interesante son los ecos relacionables que se producen: sin evocar ni reproducir objetos ni hechos concretos, se presenta todo un juego de potenciales correspondencias generadas por la interacción entre las imágenes y las palabras.
De esta forma se ha conseguido una triple transformación: del cuerpo físico de la grabación de la acción del primer momento, se pasa al cuerpo mental durante la recepción desvirtuada del mensaje, para terminar en el cuerpo virtual con la incorporación de una nueva pincelada que incluye las dos anteriores. Estas frases añadidas no son conceptos nuevos (no son creaciones poéticas, narrativas o estéticas), pertenecen a la estructura más básica del lenguaje, al acuerdo implícito dado al unir un signo físico y arbitrario, como es la palabra, a un significado concreto y racional; pero este código fijo, estable y consensuado que es el lenguaje, necesario para la comunicación, al ponerlo en relación con las imágenes y los receptores multiplican sus significados, amplifican las resonancias rompiéndose la aparente estabilidad y diluyéndose en una suerte de asociaciones que trastocan las fronteras entre lo racional e irracional.
Se crea así una complejidad de ideas y objetos, de relaciones y conexiones cualitativas de los diferentes estadios de la pieza (físico, mental y virtual) entre emisor y receptores donde entran en juego distintos estados de maduración de la conciencia. Este entramado de asociaciones conscientes e inconscientes forma parte del proceso natural de conocimiento, crecimiento y construcción tanto del individuo como de las sociedades.