
Imágenes Manuel Granados
Texto Susana Pardo
Alberto Fregenal crea por impulsos, sin planificación previa, sin embargo no se trata de un trabajo improvisado, nada más alejado de su personalidad. Al echar la vista atrás a su trayectoria profesional se observa una unidad conceptual en las obras que ha ido guardando con más cuidado, se percibe que “…lo que he ido acumulando no responde a nada programático, ha sucedido por mera comunidad de intereses”. Concibe el arte como una vivencia, “una forma de estar en el mundo” de entenderlo y comprenderse, que nada tiene que ver con la exposición al juicio o el mercado del arte. Él prefiere mantenerse al margen acercándose a la creación artística desde la perspectiva del espectador; observa y dialoga con todos aquellos artistas que le muestran formas de pensar o mensajes que le estimulen a reflexionar, que le clarifiquen, se apropia de ellos enriqueciendo su mundo íntimo e incorporando nuevas lecturas en su relato.

Hay una idea que le acompaña desde hace algunos años, es el concepto de palimpsesto o manuscrito que todavía conserva restos de una escritura anterior borrada para la reutilización del soporte, habitualmente papiro o pergamino, materiales caros y laboriosos de preparar. La noción de huella, está muy presente en todo su trabajo, es decir, la representación de sucesivas capas de acontecimientos y pensamientos, la forma en que se graban superponiéndose, unos sobre otros, como estratos de información, influyéndose muchas veces, ocultándose otras, modificándose siempre; de tal forma que el hecho precedente varía irremediablemente la capa superior y viceversa. El propósito que sugiere el palimpsesto no es tanto el rememorar lo que hubo, sino llamar la atención sobre lo que nos conforma como individuos o como colectivo, pero sobre todo la arbitrariedad de los mismos hechos y pensamientos que han quedado impresos en cada individuo. En esta muestra el artista escribe la palabra palimpsesto en hojas de papel que arruga formando bolas, que esparce por la galería, dialogando así toda la carga vivencial de la palabra referenciada en la obra de Martin Creed para dejar testimonio del rastro que Creed ha dejado en él. (www.martincreed.com/site/works/work-no-88)

Son muchos los artistas que contribuyen a dar sentido a su trabajo: Pollock, Mondrian, Fontana, Twombly o Malevich, pero también Doris Salcedo, Robert Indiana, Jenny Holzer, Carl Andre, Christopher Wool o el mencionado Martin Creed. Aunque muy diferentes, todos comparten la contundencia de sus propuestas, una expresión visual única y clara, además de una sólida fundamentación teórica. Sus obras han calado en Alberto hasta el punto de hacerse con ellas. Afirma que el autor, como cualquier individuo, es un receptor de ideas a partir de las cuales crea, sin necesidad de que sean originales o genuinas; no le importa de dónde vengan o a quién pertenezcan, su inquietud es la apertura del diálogo, el poner en comunicación las intenciones, reflexiones, deseos, preguntas o respuestas de diferentes artistas junto con las suyas. Se trata de acciones lúdicas con la vocación de enriquecer su mundo y el de todo aquel que quiera participar. De esta forma, pone el acento en el proceso, en el desarrollo de observación, pensamiento, creación, comunicación,… en definitiva es una reivindicación del grupo sin líder o líderes intercambiables, de la adhesión de voces, a la construcción por sumatorio de motivaciones,… vaya, parece que hemos vuelto a la idea de palimpsesto.
Fregenal rechaza la obra de arte como objeto con valor de cambio impregnado de intereses particulares de prestigio social o económico, pues sería una herencia demasiado pesada de sostener; de ahí el deseo de desmaterializar las piezas junto con la necesidad, casi obsesiva, de conceptualizar las emociones que le provoca el arte y que no puede separar de su propia vida. Por esto, en su obra Christopher Wool como Leonardo utiliza el signo desde una concepción postestructuralista en conversación directa con Leonardo da Vinci y Christopher Wool. De éste se apropia de su manera de formar frases con palabras, plasmadas con plantillas geométricas, unidas, inteligibles y confusas, para ilustrar las carencias comunicativas, por excesiva y desordenada información sin filtros, mensajes que aparentan ser magníficos y contundentes pero poco eficientes ya que “se descontextualizan y pierden su sentido”.


De Leonardo toma la escritura del revés, solo legible con un espejo, para ocultar sus textos a un lector no experto, obligando al espectador a tomarse la molestia de fijarse a entender mensajes mezclados; Y del postestructuralismo, tal como lo explica Crimp, recoge la práctica donde el artista es capaz de manipular signos y estructuras tradicionales para expresar nuevos significados. La capacidad de repensar sobre lo conocido nos posibilita nuevos conceptos y a su vez éstos van trastocando las apariencias formales; aquellas que se manifestaban como referencias estructurales inamovibles, con el tiempo, la experiencia y los nuevos contenidos, han dado lugar a otra cosa otra ideología que ha sido creada por otro sujeto que por tanto se convierte en autor de una obra distinta, en la medida que demanda otra mirada, otra reflexión y que consecuentemente se convertirá en referente de lo siguiente.
El diálogo propuesto en la tercera obra que presenta en esta exposición es un ten con ten entre Carl Andre y Malevich. Esta obra surge después de meses viendo en el rellano de su casa las chapas metálicas dejadas por unos albañiles para proteger el trabajo que habían realizado en el suelo. Ahí quedaron olvidadas formando parte del paisaje vecinal hasta que Alberto reconoció a otro de los artistas cuyas estructuras han supuesto una capa reveladora en la experiencia de su palimpsesto personal; nos referimos a Carl Andre. Rescató las planchas expresamente para incorporarlas a esta exposición valorando, como hizo Andre, un material sin nobleza, una obra simple, modesta, ordenada, sin concesiones a ser interpretada, añadiéndole un sentido extra por la conexión entre arte y cotidianidad.

A través de su intervención, estas placas metálicas se convierten en la prueba material de la comunicación entre pensamiento y objeto, de la unión entre plasticidad y funcionalidad, producción industrial y producción artística. Es al ordenarlas de diversas maneras cuando consigue unir el último peldaño espiritual a través de la referencia de Malevich, con las obras Cuadrado blanco sobre cuadrado negro o sus cruces suprematistas, donde la abstracción se reduce hasta el extremo más esencial, a la máxima pureza del arte donde “la cosa” se diluye para conseguir la identificación con lo metafísico. Él prefiere no adentrarse en esa dimensión insondable porque considera que los aspectos emocionales y conceptuales son territorios lo suficientemente ricos y extensos donde todavía hay mucho por explorar y conocer. El equilibrio geométrico de esta pieza nos transmite otra de las caras de su “poliédrico discurso visual” y lo incorpora a su sistema de pensamiento como una herramienta más de conocimiento.
Llegados a este punto es fácil entender por qué hubo que convencerle para que expusiera en esta colectiva (a pesar de ser uno de los precursores intelectuales del proyecto). El desapego ante el objeto artístico en favor de la conceptualización, el desprendimiento genuino por el reclamo de la autoría, la inclinación natural hacia el proceso y la incorporación real de arte y vida le convierten en el candidato perfecto para transitar en la periferia del arte, ese amplio territorio que acoge y margina al unísono donde Alberto Fregenal ha encontrado su lugar.
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Un comentario en “Texto__ CORDÓN UMBILICAL. Alberto Fregenal. Exposición colectiva, Pilar Martí Gallery”